Nº 98. FEBRERO 2012 - Javier Santos Ortega
La gestión de cualquier área dentro de una empresa siempre es una tarea ardua ya que es como una competición olímpica en la que solo vale conseguir la medalla de oro en cada compromiso. El lema de citius, altius, fortius, (más rápido, más alto, más fuerte) se podría traducir como emblema de la gestión, en este caso como mejor, con menos recursos y más barato. Si la gestión se circunscribe al ámbito de nuestra denostada seguridad, este axioma se enerva quizás más, ya que la competencia con el resto de áreas de negocio de la empresa es más agresiva si cabe, haciéndose más crítica la valoración de la gestión realizada.
Y si además los vientos macroeconómicos que soplan nos sitúan en un escenario de crisis galopante, la composición no puede ser más desgarradora.
Con estos antecedentes se empatiza con el título del artículo, ya que cuando se tienen responsabilidades de consecución de objetivos y los recursos con los que se cuenta se reducen hasta la mínima expresión, uno se da cuenta de que debe ser como “un pulpo con solo dos brazos” para poder llegar a tocar todos los palos.
Pero en tiempos de dificultad es cuando salen a relucir las mejores cualidades, o por lo menos el instinto de supervivencia, que nunca es lo suficientemente valorado.
Para mejorar la gestión de la seguridad (y digo bien mejorar, ya que en tiempos de crisis - del griego “krisis” ruptura, elecciónes el momento más propicio para redefinir las reglas de juego y nuestra obligación es hacerlo para mejor), lo fundamental es no perder la calma y realizar la mejor autocrítica de nosotros mismos y de nuestro entorno.
El problema principal al que nos enfrentamos es que las soluciones que hemos utilizado hasta ahora para conseguir los objetivos de nuestra posición seguramente no las podremos utilizar. Y ¿por qué?, Pues porque en estos momentos todo el mundo está al menos tan impactado por la situación económica como lo estamos nosotros y nos encontramos solos a la hora de afrontar la actual situación.
El primer síntoma de este problema es obvio: los presupuestos se han colapsado hasta el punto de no poder ser ni siquiera continuistas.
El segundo síntoma, peor que el anterior desde mi punto de vista, es que, de forma generalizada, se está observando cómo se reduce el head count de las áreas de seguridad, y se pierden capacidades que generalmente no son sustituibles sin que haya un impacto tanto en la calidad de los resultados del equipo como en el tiempo de conseguirlos.
Así pues la receta para poder mejorar, aunque sencilla, necesita de firmeza y apoyo por parte de nuestros mayores.
El primer ingrediente es obvio: hay que realizar sin demora un DAFO en el que identifiquemos no tanto nuestras fortalezas como nuestra esencia: aquellas tareas, funciones y competencias que nos definen como área de seguridad en nuestra organización e identificar (si no lo tuviéramos) los procesos, recursos y personas críticas que las soportan. Y una vez identificados, priorizar los proyectos y recursos que nos garantizarán la proyección y mejora de nuestro core, porque el mayor error en este momento sería continuar con estas actividades sin plantear mejoras en las mismas. Aquí, el apoyo de la Dirección y nuestra capacidad de persuasión son vitales.
Procesos imprescindibles: en general todos aquellos relacionados con la operación y explotación de la seguridad, pero principalmente:
El segundo ingrediente, y clave del éxito de nuestra travesía por el desierto, será nuestra capacidad de gestión de equipos, porque el principal handicap al que tenemos que enfrentarnos en estos tiempos, sobrevenido por la situación que vivimos, es la desmotivación de las personas y del entorno. No podemos permitirnos entrar en ciclos de desánimo ni de autocomplacencia y hay que conseguir motivar a nuestros colaboradores en centrarse en los procesos críticos que habremos identificado anteriormente, y aumentar el compromiso del equipo para poder llegar a todo con menos recursos.
El reto es apasionante, aunque el contexto es quizás el peor con el que podíamos contar. Pero ser pulpos no es algo tan malo, mas aún con antecedentes como el famoso pulpo Paul, ¿no es cierto?
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