Si bien la mayoría de organizaciones son conscientes y capaces de obtener evidencias electrónicas de los sistemas de sus compañías, pocas de ellas disponen de mecanismos para asegurar la integridad de las mismas. Tampoco (solo la mitad lo hacen) tienen en cuenta los aspectos relativos a la gestión de evidencias electrónicas en las políticas y procedimientos implantados en su organización, siendo muy pocas las compañías que tienen definido este proceso. Asimismo, queda patente la ausencia de una visión holística y coordinada en el tratamiento de las evidencias electrónicas, que queda muy limitado al ámbito forense; y que se desmembra en “asignaciones departamentales” dentro de la empresa.