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Para quienes la memoria nos sigue resultando de utilidad, rescatar de la misma episodios pretéritos suele resultar interesante cuando sobrevienen sensaciones de déjà vu, como las que mismamente nos asolan hoy, tan persistentes ellas en tratar de atolondrarnos.

SOPICALDO DE SIGLAS
Luis G. Fernández
Editor
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Para ello, invito al lector, en primer lugar, a un ejercicio nada trivial: atrévase a distinguir y diferenciar el siguiente sopicaldo de iniciativas y acrónimos: Consejo Nacional Consultivo de Cyber-seguridad (CNCCS); Asociación Nacional de Ciberprotección (ANC); Spanish Cyber Security Institute (SCSI); (ISC)2 Spanish Chapter; Centro de Ciberseguridad Industrial (CCI); Centro de Operaciones de Ciberseguridad Industrial (iSOC); Centro Nacional de Excelencia en Ciberseguridad (CNEC); Grupo Europeo de Ciberseguridad (ECSG)...

 

¿Hay alguien capaz de discernir el grano de la paja entre tamaña caterva de iniciativas? ¿Cuáles son las públicas y cuáles las privadas? ¿Cuáles se nos aparecen como príblicas y cuáles como puvadas?

 

En esta instigación de la cosa, unas emergen de buena fe para atender, sin duda, necesidades nuevas; pero otras se suman al carro para parasitar las zurrapas de lo que hubiere en nuestro querido y baqueteado sectorcito tras el enésimo fracaso de sus ocupaciones principales.

 

¿Quiénes y por qué se parapetan detrás de tanta sigla cool y sin sonrojo medran al equívoco arrogándose representatividades y fructíferos comadreos con fuerzas y cuerpos de seguridad dispuestos a la CPP de buena fe?

 

A merced de lo cool –y lo que mola ahora es, sin duda, lo ciber– nos están sobreviniendo mesnadas de imaginativos próceres, escasitos de escrúpulos y expertos del equívoco, muy entusiasmados por haber ‘descubierto’ que la formación bien puede ser una buena agarradera en estos tiempos de zozobra facturil.

 

Seamos realistas: la ciberseguridad, la ciberguerra, el ciberdelito, el cibercrimen, la ciberinfraestructuras, hasta la cibercaspa, han venido para quedarse un tiempo. Preparémonos pues para, a machetazo limpio, ir desbrozando la jungla de maleza formativa y asociacionismo de garrafón.

 

 

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