Los días 22, 23 y 24 de abril, en Madrid, tendrá lugar la edición vigesimoquinta de este congreso español, en coincidencia con la Cena de la Ciberseguridad con la que desde hace más de una década la revista SIC rinde homenaje al sector, y la entrega de los XI Premios SIC, instituidos para distinguir la labor de profesionales, el papel de organizaciones y el valor de proyectos destacados en el ámbito de la gestión de riesgos de seguridad de la información, la privacidad y la ciberseguridad.
Cumplir un cuarto de siglo, en España y en una temática como la que nos ocupa, es toda una proeza, que ha sido posible, sin reservas, gracias al apoyo de congresistas (a un lado y al otro del micro) y copatrocinadores. Para SIC tal hecho es motivo de orgullo y, al tiempo, un estímulo para intentar que Securmática esté a la altura de las exigencias de aquellos expertos de este gremio que aspiran a ser mejores, algunos de los cuales –ya del ámbito público ya del privado– no tienen inconveniente en brindar su conocimiento y experiencia para general aprovechamiento en un foro cuyo enfoque y seriedad, mantenida desde hace mucho, está por encima de los intereses económicos. (Léase en páginas interiores lo que veinte de ellos, maestros de maestros –no están todos los que son, pero sí son todos los que están– alaban y critican).
En estos momentos, la seguridad de la información, la ciberseguridad y la privacidad se están empezando a encontrar, porque estamos viviendo un momento histórico: el de la formalización normativa, organizativa y operativa de los estados e internacional en estas materias. Nada será como antes en este mundillo, ni para el sector público ni para el privado, ni para los usuarios ni para los proveedores, ni para los consultores ni para los fabricantes, ni para los expertos en seguridad técnica ni para los juristas, ni para los profesores y los alumnos, ni para los policías y los ladrones. Y este hecho queda reflejado en el programa preparado, en el que los ponentes (que representan a sus organismos y entidades en la mayoría de casos) están, precisamente, en la vanguardia de lo que se está cociendo. Y si no, échele un vistazo al menú (www.securmatica.com). Una de las cosas que observará el lector es que el congreso lo inaugurará, según lo previsto, el primer Presidente del Consejo Nacional de Ciberseguridad, y lo clausurará la Fiscal de Sala Coordinadora contra la Criminalidad Informática. Ninguno de los dos hechos, que la revista SIC agradece profundamente, son casuales. Y lo mismo puede decirse del resto del programa, al que se dedica una sección especial en esta edición.
A fecha de cierre de esta edición, todavía no se ha publicado en el BOE la ya niquelada Ley de Seguridad Privada, en la que las menciones a la actividad de “seguridad informática” son, a la luz de nuestro sector, francamente poco explícitas. Lo que indica que, muy probablemente, en el inicio de su periplo, los redactores no consideraron oportuno mojarse. Y quizá haya sido mejor así. Como muchas veces pasa en España, habrá que intentar hacerse escuchar una vez que esté en vigor y en fase de desarrollo reglamentario. Y es que ya lo dejó claro el Conde de Romanones cuando manifestó aquello de que las leyes las hicieran otros, que él prefería guisar los reglamentos. En ellos está, en lo que nos ocupa, la letra chica que establecerá, entre otros requisitos, el procedimiento de registro para los cibersoc y su régimen de “colaboración” con la seguridad pública.