La transferencia de riesgos de ciberseguridad al sector asegurador está empezando a despertar tímidamente y no sin cierta dificultad ante la falta de datos suficientes y de calidad sobre la cibersiniestralidad causada por incidentes asociados con la seguridad de la información. Este hecho va a ir cambiando con la tendencia del panorama normativo global, que estimula la notificación de incidentes –si bien es cierto que con distintas finalidades– y con la asunción plena del riesgo tecnológico como una componente preponderante en la sociedad digital.