Como en La Vida de Brian, la mítica película de los geniales Monty Python, los prestadores de servicios de confianza, cuya actividad sustenta la prueba electrónica fiable, deben hacer su elección de medidas de [ciber]seguridad. Ciertamente la materia lo merece, dado que la generación de prueba electrónica es siempre cosa seria, pero aún lo es más cuando esta prueba electrónica dispone de presunción legal de autenticidad, como sucede en los servicios de confianza cualificados, porque en este caso puede afectar a la tutela judicial efectiva, un derecho fundamental recogido en la Constitución española y en la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea; pero como en La Vida de Brian, bien puede ser que algún prestador opte por la libertad y, por cierto, que no sea una broma.