A buscarse la vida

Nadie duda que los colosos oferentes en tecnologías y soluciones de ciberseguridad en el ámbito occidental son Estados Unidos e Israel. Ambas potencias acaparan el grueso del mercado, llevándose la parte del león y dejando únicamente migajas al resto, Europa incluida.

Nuestra flamante unión continental ha venido mostrando en este asunto una atolondrada actitud no muy diferente a la de otros temas neurálgicos que fisuran un proyecto europeo que no acaba de biencuajar, plagado de enfrentamientos entre sus integrantes y con serios temores de que esta falta de unidad impida conformar jugadores tecnológicos capaces de erigirse en una ‘nueva esperanza’ para competir de tú a tú frente a la ‘galáctica’ dominante.

Con todo, hace escasamente unos días el presidente francés Macron abogó por un mayor énfasis de nuestra soberanía y propugnó que la UE espabilara y asumiera, ante la tesitura actual, que su seguridad -en todos sus órdenes entendida- no dependiera de Estados Unidos. Este ideario suena bien y tal vez aboque a los atomizados actores europeos a redoblar los esfuerzos de entendimiento y eficiencia entre ellos y, por derivada, a recibir un más intenso apoyo y promoción de su tecnología frente a los acaparadores del mercado. Naturalmente, esto también se aplica a la ciberseguridad.

Desenfoques aparte, nuestro mercado en sí anda agitadísimo en estos últimos tiempos. Un inusitado aluvión de compañías está protagonizando operaciones de compra, fusión y adquisición, además de que los fondos de inversión trasiegan desaforadamente con startups de nuevo, y no tan nuevo, cuño. Y como esta vez dicho trasiego sí concierne a actores españoles, es de justicia reseñarlo aquí.

A nadie se le escapa que el mercado de compañías españolas fabricantes y desarrolladoras de ciberseguridad es ciertamente modesto. En estas casi tres décadas de recorrido, han emergido en nuestro país un reducido número de empresas en disposición de sobrevivir compitiendo decentemente. “En SIC nos congratulamos de las hazañas nada triviales en lo que va de año de las compañías españolas, abocadas a buscarse la vida en una jungla mercantil global cuya espesura digital paradójicamente también contribuyen a proteger”

Históricamente, la más madrugadora fue Anyware Seguridad Informática, cuyo atinado enfoque y cuota tentaron a Network Associates –hoy McAfee– que la engulló en 1998 por unos suculentos 10 millones de euros de entonces. Por aquellas también andaba Panda Software, que rebautizada como Panda Security, ha durado hasta hoy. Y justo en el año de despedida del siglo pasado nacía Safelayer, ejemplar compañía fabricante de software de seguridad para PKI y tecnologías concernidas que a día de hoy sigue mostrando una saludable vitalidad.

Desde entonces en los primeros arranques de siglo no ha habido muchos más hitos salvo el pelotazo protagonizado por PasswordBank, comprada por la todopoderosa Symantec por 25 millones de dólares en 2013 y el despegue de Blueliv, innovadora propuesta de inteligencia ante ciberamenazas fundada en 2009 y que aún en este pasado febrero recibió una nueva inyección –4 millones de euros– para proseguir su consistente expansión internacional.

Este 2018 está siendo muy prolífico y favorable en operaciones que incumben a compañías de estos lares. Entre las relativas a captación de fondos, figura Countercraft con sus innovadores enfoques en contrainteligencia y que fue receptora a inicios de año de una nueva ronda de 2 millones de euros; otro tanto le sucedió a inicios de verano a Devo –nueva denominación de Logtrust–, que captó nada menos que 21,5 millones de euros para seguir proyectando su competitiva plataforma de recolección y analítica de datos.

Por otro lado, AlienVault, de luengo recorrido con el open source por montera, ha acabado en las fauces de la todopoderosa AT&T, operadora estadounidense que, según algunas fuentes, habría desembolsado cerca de 700 millones de euros por el proyecto iniciado en 2007. Por último, el movimiento estival que más revuelo ha causado en el mercado de nuestro país es la adquisición de Nextel S.A. por parte del brazo inversor tecnológico de Sonae, adicionándola a la ya adquirida en 2014, S21sec, con propósito de conformar un potente campeón de la ciberseguridad –el mayor en la península– y la firme ambición de codearse con sus grandes pares en Europa e Iberoamérica.

Como no podría ser de otra manera, en SIC nos congratulamos de estas nada triviales hazañas –incluyendo la de vender a los mismísimos estadounienses en su feudo–; sin duda, mérito de sus gestores y especialistas, por lo que se constata que estos temerarios héroes impregnados de convicción y talento y aun huérfanos de apoyo público, se buscan la vida en una jungla mercantil global cuya espesura digital paradójicamente también contribuyen a proteger. Que dure.

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