La Guerra de los (ciber) Mundos
Hace ochenta años, por estas fechas, el mundo se acojonó. Fueron Welles y Wells sus causantes El primero, Orson, echando mano de un inquietante relato del segundo, H.G., lo transmitió en modo serial radiofónico –con su portentosa y sobrecogedora voz– a una ingenua audiencia estadounidense que se tragó a pies juntillas la llegada de una hostil flotilla de naves marcianas con muy belicosas intenciones. La retransmisión de “La Guerra de los Mundos” en 1938 por el afamado actor y director desató un pánico muy real en no pocos terrícolas oyentes del programa, proclives a tragarse con total verosimilitud una invasión de perversos y viscosos alienígenas dotados de artefactos de letales capacidades. Aquella mítica transmisión fue un hito de la radio y consagró un medio de comunicación que aún hoy sigue siendo una eficacísima correa transmisora de plena vigencia.
Este afamado hecho viene a colación porque, en esta España tan singular, por fin están emergiendo con regularidad, en los últimos meses, programas radiofónicos focalizados en la ciberseguridad. Sus instigadores y promotores, apoyados en profesionales de las ondas, son expertos de nuestra poliédrica y ciertamente morbosa especialidad, ilusionados con transmitir a la sociedad los intríngulis de un mundillo no muy inteligible pero que afecta drásticamente a todo lo digital. Así, programas como CiberClick (ClickRadioTv), Ciberseguridad en Afterwork (Capital Radio) o En la Ciberguarida (Hoy por Hoy, Cadena Ser), entre otros, a los que, por cierto, gracias a la amabilidad de sus gestores, esta revista ha sido invitada a aportar sus reflexiones, están trasladando periódicamente a sus oyentes las variadísimas anécdotas y hechos relevantes que, sin solución de continuidad, se suceden en un día a día plagado siempre de tropelías delictivas y chapuzas tecnológicas.
Damos la bienvenida a estas estupendas iniciativas y desde nuestra atalaya periodística de medio escrito especializado –con no poco recorrido ya a cuestas– deseamos a sus protagonistas que se empleen a fondo para trasladar al desorientado ciudadano inmerso en una transformación mental vertiginosa no siempre fácil de digerir, mensajes claros y cultos, alejados de tópicos de sobreuso mediático amarillista, afinando en su exposición para no liar al oyente con jerga ciber innecesaria, y facilitándole la comprensión del entorno, concienciándole y formándole, pues, a fin de cuentas, estos últimos han de ser los fines cruciales de estos programas, procurando, naturalmente, que sean al tiempo entretenidos.
Eso sí y por favor: rehuyendo la funesta manía de intentar impresionar a la audiencia radiofónica con un desembarco verbal diarreico de flotillas de ciberataques y ciberincidentes deyectantes con ristras de amedrentadores ceros crecientes, vaticinadores de armagedones invasores dotados con trípodes persistentes avanzados, ‘malgüer’ alienígena rebozado con feiknius de garrafón y guarnición de ‘encifrados encriptados’ al dente listos para abducir a oyentes incautos. Sea.