La Guerra de los (ciber) Mundos
Hace ochenta aƱos, por estas fechas, el mundo se acojonó. Fueron Welles y Wells sus causantes El primero, Orson, echando mano de un inquietante relato del segundo, H.G., lo transmitió en modo serial radiofónico ācon su portentosa y sobrecogedora vozā a una ingenua audiencia estadounidense que se tragó a pies juntillas la llegada de una hostil flotilla de naves marcianas con muy belicosas intenciones. La retransmisión de āLa Guerra de los Mundosā en 1938 por el afamado actor y director desató un pĆ”nico muy real en no pocos terrĆcolas oyentes del programa, proclives a tragarse con total verosimilitud una invasión de perversos y viscosos alienĆgenas dotados de artefactos de letales capacidades. Aquella mĆtica transmisión fue un hito de la radio y consagró un medio de comunicación que aĆŗn hoy sigue siendo una eficacĆsima correa transmisora de plena vigencia.

Luis G. FernƔndez
Editor
lfernandez@codasic.com
Este afamado hecho viene a colación porque, en esta EspaƱa tan singular, por fin estĆ”n emergiendo con regularidad, en los Ćŗltimos meses, programas radiofónicos focalizados en la ciberseguridad. Sus instigadores y promotores, apoyados en profesionales de las ondas, son expertos de nuestra poliĆ©drica y ciertamente morbosa especialidad, ilusionados con transmitir a la sociedad los intrĆngulis de un mundillo no muy inteligible pero que afecta drĆ”sticamente a todo lo digital. AsĆ, programas como CiberClick (ClickRadioTv), Ciberseguridad en Afterwork (Capital Radio) o En la Ciberguarida (Hoy por Hoy, Cadena Ser), entre otros, a los que, por cierto, gracias a la amabilidad de sus gestores, esta revista ha sido invitada a aportar sus reflexiones, estĆ”n trasladando periódicamente a sus oyentes las variadĆsimas anĆ©cdotas y hechos relevantes que, sin solución de continuidad, se suceden en un dĆa a dĆa plagado siempre de tropelĆas delictivas y chapuzas tecnológicas.
Damos la bienvenida a estas estupendas iniciativas y desde nuestra atalaya periodĆstica de medio escrito especializado ācon no poco recorrido ya a cuestasā deseamos a sus protagonistas que se empleen a fondo para trasladar al desorientado ciudadano inmerso en una transformación mental vertiginosa no siempre fĆ”cil de digerir, mensajes claros y cultos, alejados de tópicos de sobreuso mediĆ”tico amarillista, afinando en su exposición para no liar al oyente con jerga ciber innecesaria, y facilitĆ”ndole la comprensión del entorno, concienciĆ”ndole y formĆ”ndole, pues, a fin de cuentas, estos Ćŗltimos han de ser los fines cruciales de estos programas, procurando, naturalmente, que sean al tiempo entretenidos.
Eso sĆ y por favor: rehuyendo la funesta manĆa de intentar impresionar a la audiencia radiofónica con un desembarco verbal diarreico de flotillas de ciberataques y ciberincidentes deyectantes con ristras de amedrentadores ceros crecientes, vaticinadores de armagedones invasores dotados con trĆpodes persistentes avanzados, āmalgüerā alienĆgena rebozado con feiknius de garrafón y guarnición de āencifrados encriptadosā al dente listos para abducir a oyentes incautos. Sea.