āBigilancia de la vuenaā
Me ha sorprendido, tengo que decir que gratamente, la reciente información del gobierno estadounidense por el que daba cuenta al congreso de su presupuesto previsto destinado a la protección cibernĆ©tica para todos los organismos de su administración (8.464 millones de euros, con un incremento anual cercano al 10%). A la espera de su aprobación, es, sin duda, una información muy ilustrativa āen pĆ”ginas de Noticias de SIC la detallamosā porque desgrana muy por lo menudo las diferentes partidas y sus concretos destinatarios (agencias, departamentos, organismos, ministerios), de tal guisa que es fĆ”cilmente trazable la distribución presupuestaria, los productos, servicios y operaciones que implicanā¦Y deja todo en bandeja para⦠la comparación. Lamentablemente en estos lares no sucede lo mismo y, hoy por hoy, saber desde una perspectiva global quĆ© presupuesto pĆŗblico se destina a tareas de ciberseguridad y privacidad, mĆ”s allĆ” de informaciones puntuales aisladas de algunos de sus actores, es una tarea poco menos que imposible. Y claro, si no se sabe, no se juzga, ni se compara ni se corrige.

Luis G. FernƔndez
Editor
lfernandez@codasic.com
Y esta opacidad en la que zozobra la transparencia puede volverse aĆŗn mĆ”s inquietante, otra vez, sĆ, si como todo parece indicar, sobrevienen suculentas partidas de inversión, continentales y caƱĆes, para investigación (con y sin +D+i) a fin de dotar de seguridad a los nuevos escenarios que modernizarĆ”n nuestra sociedad digital (objetos, industria 4.0, WiFi-CIPS, 5Gā¦). Estas cruzadas en pos de la sagrada protección digital son ya argumentadas por mesnadas taifales de institutos, observatorios, centros⦠de todo pelaje, territoriales incluidos, a los que se suman, cómo no, las tradicionales berreas de los cazasubvenciones sin retorno, mayormente campeantes en la universidad, con sus sonrojantes trilerĆas de papers y spinoffs limĆtrofes, a la āVa llegando la hora en EspaƱa de acreditar mayor seriedad en estos cometidos, instaurando mecanismos de transparencia y supervisión que arrojen mejor luz de cuĆ”nto y cómo se trasiega con la ciberseguridadācaptura del vil metal para inyectar presupuesto a proyectos fĆŗtiles de vĆa muerta de los que jamĆ”s se darĆ” cuenta.
Como ejemplo, me viene ahora a la cabeza, en inquietante ādeja vuā, el nuevo intento de conformar un cluster para promocionar el potencial de ciberseguridad del empresariado asentado en la región de Madrid, iniciativa que ya tuvo un lamentable precedente una dĆ©cada atrĆ”s cuando cierto personaje huĆ©rfano de pedigrĆ en la materia, se las apañó para lanzarse a construir un āCluster de Seguridad y Defensaā en la Villa y Corte, y a lo mĆ”s que llegó fue, ademĆ”s de a fundirse una generosa partida pĆŗblico-privada que de buena fe le fue asignada, a convocar un acto, tirando la casa por la ventana, en un carĆsimo recinto de gran aforo exhibiendo como vedette a un mediĆ”tico y listillo hacker GGG (guiri, guru, guay), que ya un par de aƱos atrĆ”s habĆa esquilmado al coqueto evento eGallaecia a base de unos desproporcionados honorarios regados tambiĆ©n de crustĆ”ceos y moluscos de toda Ćndole, a cambio de una conferencia de contenido patĆ©ticamente ramplón y pueril.
TambiĆ©n en esta edición de SIC nos hacemos eco de cómo la Oficina Nacional de AuditorĆa de Reino Unido ha dejado en evidencia la ineficiente gestión del presupuesto de su Estrategia de Ciberseguridad, creada en 2016 con una financiación de mĆ”s de 2.200 millones de euros, y seƱala que no se estĆ” desarrollando en los mejores tĆ©rminos por retrasos, falta de planificación e incorrecta evaluación de las necesidades y seguimiento. Otra vez lo mismo: deficiente auditorĆa y seguimiento.
Como conclusión y aviso a navegantes, ante el inquietante pĆ”lpito que anuncia la enĆ©sima dilapidación de un nuevo festĆn presupuestario, bien merece la pena echar mano del refranero espaƱol, tan sabio Ć©l, y rescatar aquello de āBien estĆ” lo que bien pareceā. Y por si no fuera suficiente, tambiĆ©n traer a colación la lapidaria frase del filósofo, economista, pensador y escritor inglĆ©s, padre del utilitarismo, Jeremy Bentham, quien con admirable clarividencia, a finales del siglo XVIII, ya sentenciaba: āCuanto mĆ”s te observo mejor te comportasā. Va llegando la hora en EspaƱa de acreditar mayor seriedad en estos cometidos, instaurando mecanismos de transparencia y supervisión que arrojen mejor luz de cuĆ”nto y cómo se trasiega con la ciberseguridad.