La ciberseguridad bien merece una sonrisa
Los que gustamos de guardar una cierta corrección en el uso del castellano ya perdimos la batalla del cifrado, al considerar los académicos de la lengua el horripilante anglicismo encriptar como sinónimo de cifrar. Hace poco hemos perdido otra, al aceptar también la Academia el vocablo troyano, al que entienden como caballo de Troya; quiere decirse, por tanto, que para los guardianes del idioma, y según el significado que atribuyen en el diccionario a esta palabra en su tercera acepción, un troyano es un caballo de Troya.
Al dar carta de naturaleza general a esta aberración conceptual de uso muy comĆŗn en los ambientes TIC poco cuidadosos, la RAE ha escrito una nueva pĆ”gina del manual que justifica el significado exclusivamente por el uso (con ser este importante). AsĆ, en un futuro quizĆ” no lejano, si se pusiera de moda llamar a los ladrones policĆas y a las pĆ©rdidas ganancias, los acadĆ©micos lo podrĆan admitir. Por nuestro bien.

JosƩ de la PeƱa MuƱoz
Director
jpm@codasic.com
Y por lo que se observa, se estĆ”n cociendo otras subversiones, una de ellas gloriosa. Me explico: Resulta que en algunos ambientes universitarios para ahorrar saliva al hablar y redundancia al escribir, profesores y alumnos llaman a la ciberseguridad āla ciberā (o āla cyberā), fiando el significado al contexto ālo haya o noā y apoyĆ”ndose inconscientemente en semejante reducción para criar sensación de identidad de grupo. O para que entre en un tuit. Ā”QuĆ© triste final le espera a la cibernĆ©tica, apiolada por los intelectuales de āla ciberā (o āla cyberā)!
Ciberlinces
En otros escenarios sucede lo mismo con esta palabra. Pongamos por ejemplo el del mundillo de las asociaciones y centros. Algunos promotores y socios fundadores de entes dedicados a la ciberseguridad, al tener que ponerles nombre usando el maldito tĆ©rmino compuesto, no dieron con la fórmula, sea porque las buenas opciones ya la usaban otros o porque quedaban fatal las que se les ocurrĆan. Y como hay poco cacumen y prisa (sobre todo, prisa), Ā”zas, se quedaron con la ciber/cyber y desecharon la seguridad! Y listos para confundir en webentos copatrocinados, amenaza y riesgo, evaluación y certificación, esfera y toroide...
TambiĆ©n se tiene noticia de una persona -a la que no identificaremos- que con la buena intención de buscarle al ransomware un tĆ©rmino en espaƱol, descubrió la palabra ranzón (que significa dinero para rescate). Y sin mĆ”s, nuestro intrĆ©pido alquimista del lenguaje, se lanzó a proponer por las redes sociales que al ransomware le deberĆamos llamar ranzón, o, a lo sumo, āranzonwareā. Pero la cosa no ha prendido, como le paso en su momento al jeriƱac, palabro con el que se querĆa castellanizar al cognac, hoy coƱac.
Desde luego, en este gremio no lo pasamos tan mal. Y como voy teniendo una edad, no me resisto a contar a los lectores mÔs jóvenes y a los recién llegados (que son muchos) un par de anécdotas. Una vincula a esta publicación y a un grupo de colegas del sector, que hace muchos años creamos un exitoso grupo de rock al que pusimos de nombre ”SpamTo! El grupo ya no existe; pero el spam estÔ que se sale de los buzones.
Ya se nos veĆa entonces la ironĆa. Y va la segunda: cuando se planteó en INTECO el cambio de nombre, hubo una persona del Instituto que propuso denominarlo CECINA (Centro de Ciberseguridad Nacional). Ganó INCIBE.
Esto demuestra que el buen humor y la sorna acompaƱan a la ciberseguridad, y que no todo en el ambiente sectorial se centra en la regulación de los CISOs regulados, de los CISOs no regulados todavĆa, de la responsabilidad civil de todos, de los riesgos en la cadena de provisión, de estrategias, planes, cuadros de mando, despidos, cierres de Q, cambios de trabajo, compras de empresa, proyectos, ataques, amenazas, orquestación, servicios gestionados, ciberseguridad OT, IT, IoT...
A veces tenemos tiempo para bromear y sonreir, para conocer los pasatiempos de nuestros colegas, para colaborar en pro de un bien comĆŗn fuera y dentro de la profesión, y para reinvindicar el buen hacer de privados y pĆŗblicos. Y llegados a este punto, no quiero despedirme sin volver a recordar que desde este verano la pĆ”gina web del CNPIC sigue a fecha de cierre de esta edición (finales de marzo de 2021) con el certificado caducado, el cartel de obras puesto y el nombre antiguo. Supongo que, tras la reciente aprobación del plan estratĆ©gico del Ministerio del Interior para luchar contra el cibercrimen ādotado con la abultada cifra de un millón de eurosā habrĆ” medios para actualizarlo.