¿Y tú de quién eres?

Respiración agitada, pupilas dilatadas y cansancio hasta la médula. Agazapados en nuestra cibertrinchera evitando el fuego cruzado, con una mano en el corazón y otra en el teclado, con mil ojos y pestañas en lo que acontece, pero con la cabeza gacha refugiado en el calor de una pantalla. ¿Qué estÔ sucediendo? ¿Cómo diantres hemos llegado hasta aquí? y lo mÔs importante, ¿cómo salimos de estÔ?

Apenas ya recuerdas tu vida de hace meses. Un buen donut y cafeĆ­na, y tus incidentes de rutina. Amenazas con nombres de animales o códigos indescifrables, Āæhoy tocan los pandas tuertos o los osos amorosos? Rusos, chinos o norcoreanos… poco importa la verdad, dale a la ruleta de los playbooks compaƱero: mĆ”s vulnerabilidades que cerrar, ā€˜forensicadores’ a currar, mĆ”quinas que replanchar, e indicadores que rastrear. Viviendo la ā€œvida locaā€ de la ciberseguridad, entre phishing, brechas y los famosos ā€œramonwaresā€. ĀæUna pandemia mundial? Ā”Sin problema amigo! Somos los mismos guerreros con distinta capa, ahora con batĆ­n y zapatillas de Homer, luchando sin horario, esperando las provisiones y gadgets del próximo pedido.

Sin embargo, para esto no estabas preparado. La ciberguerra te sonaba a cuento ā€œrusoā€, carne de pelĆ­culas de domingo tarde y series de streaming nocturnas. Reconoces que la geopolĆ­tica te pilla un poco lejos, casi desde los cuadernos de secundaria, un poco de Wikipedia y listo para ser un experto. Ahora llega el momento de la ciberdefensa, ahora sĆ­ hay un claro adversario, un arrogante y potencial destructivo enemigo. Sea por ciber-patriotismo, hacktivismo devoto o supervivencia empresarial, no hay vuelta atrĆ”s, nada serĆ” igual. ĀæCon quiĆ©nes trabajas? ĀæQuĆ© software utilizas? ĀæDónde te conectas? Se instala la paranoia, la desconfianza extrema, se levantan nuevos muros que jamĆ”s imaginabas. Miras a los ojos, red social o chat mĆ”s cercano, esperando que tu interlocutor tome partido, Āærojo o azul? Nunca esos colores tan ā€œciberā€ habĆ­an cobrado tanto sentido. Gobiernos, grupos criminales, empresas… todos toman posiciones, no hay lugar a ambigüedades, no es momento de cobardes. El que antes era compaƱero, compartiendo penas y confidencias, es ahora tu enemigo y deja al descubierto vuestras vergüenzas, Āæverdad amigo Conti? El que antes era tu socio comercial, reputado y respetado, se encuentra enjaulado y estrangulado por sanciones y expuesto al escrutinio constante. Aunque tambiĆ©n otros muchos buitres y gaƱanes de Internet aprovecharĆ”n la coyuntura para abusar de un lado y del otro, con el dinero como Ćŗnica bandera. Hacktivista con motivaciones legĆ­timas, por favor tambiĆ©n reflexiona, no todo vale y quizĆ”s esa empresa que se pone entre ceja y ceja no es tan oscura como pintas.

Tras pestaƱear volvemos a aterrizar de nuevo en nuestra cibertrinchera. Con la resaca de una gran pandemia, ahora vivimos una ā€œnueva normalidadā€, un mundo interconectado en plena desconexión fĆ­sica y virtual. Un escalado que nos asienta en un estado de alerta constante, esperando lo peor, que ahora no solo es posible sino incluso probable. Acopio de provisiones, interconexión de banda ancha y nervios de acero. No hay que mirar atrĆ”s, sino adelante. Racionalizar esta nueva etapa, dejar pasar la tormenta, soƱando que el mundo recobre la cordura y volvamos a dar pasos adelante. Mientras tanto seguiremos mirando al lado y preguntando, Āæy tĆŗ de quiĆ©n eres?

Deseo que estĆ”s lĆ­neas nos encuentren a todos no mĆ”s allĆ” de una tensa espera, y los malos augurios se desvanezcan volviendo a una senda racional. Seas Ruso, Ucraniano, Griego o Romano… no importa de dónde vienes sino quiĆ©n eres. Nuestro mĆ”s sincero y fuerte abrazo para aquellas personas que creen en un mundo global y trabajan por y para la defensa de las vĆ­ctimas.

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