Sobre cómo una tecnologĆa del pasado siglo es esencial para el despegue de una tecnologĆa de este siglo
Hoy voy a contar una historia sobre cómo la identidad puede ser un elemento esencial para que las cadenas de bloques (āblockchainā), o ācadenetasā, ingenioso nombre dado por mi compaƱero de revista Jorge DĆ”vila, puedan finalmente despegar como una solución que resuelve un problema real, Ā”al fin!
Uno de los primeros elementos de seducción de las cadenas de bloques era la anonimidad de los participantes. Al estudiar dicha privacidad de usuarios, se pasó a hablar de pseudoanonimidad, ya que la propia historia de las transacciones, las direcciones IP, los canales de comunicación paralelos y, en definitiva, nuestros modos de transmitir valor digital, facilitan la confirmación de la identidad de cada participante.

Dr. Alberto Partida
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Demos la vuelta a la propuesta de valor: aunque aĆŗn hay diseƱos de cadenas de bloques enfocados en el anonimato, quizĆ”s los proyectos que triunfen a gran escala sean aquellos que consideran la identidad de los participantes como un elemento principal en su modelo de funcionamiento, porque cuando intercambiamos valor, queremos saber quiĆ©n lo da y quiĆ©n lo recibe. Es posible que las cadenas de bloques pĆŗblicas sean el instrumento que faltaba para poder implementar una verdadera gestión distribuida de identidades: algo que puede dar paso a que el ciudadano posea la soberanĆa de su identidad. Exploremos esta posibilidad.
Las infraestructuras de clave pĆŗblica (PKIs), tecnologĆa que tuvo su entrada en el mercado en los pasados aƱos noventa, ya han depurado suficientemente el diseƱo de roles como el de la autoridad de registro y la autoridad de certificación. La belleza de las PKIs es su papel como encrucijada entre nuestro mundo digital y fĆsico. Por ejemplo, nuestro DNI digital emplea una PKI de la FĆ”brica de Moneda y Timbre. ĀæY si la próxima vez que renovemos el DNI recibimos tambiĆ©n una dirección de una cadena de bloques fielmente asociada a nuestra identidad? ĀæY si las empresas, organizaciones e instituciones pĆŗblicas tambiĆ©n tuvieran una dirección es esa red que las identifique? AsĆ se crearĆa toda una red pĆŗblica de intercambio de valor digital que aprovecharĆa la garantĆa de integridad y disponibilidad que aporta una cadena de bloques.
Luego, como dicen los anglosajones, sólo el cielo es el lĆmite. Si esa cadena de bloques ofrece una mĆ”quina virtual Turing completa a travĆ©s de una interfaz intuitiva, podemos imaginar soluciones como las siguientes: una aplicación distribuida que asocie a nuestra identidad una certificación digital para cada uno de nuestros logros acadĆ©micos. AsĆ, falsificar un currĆculo registrado en la cadena de bloques serĆa mĆ”s complicado. O una aplicación que nos dejara elegir quĆ© elementos de nuestra identidad compartimos en una votación pĆŗblica. O una aplicación que nos permita ser los dueƱos de nuestro historial mĆ©dico y con quĆ© especialistas y hospitales compartimos nuestros datos.
Pero, bueno, esto es sólo una historia. Curiosamente, ambas tecnologĆas, la PKI y las ācadenetasā, se fundamentan en bases criptogrĆ”ficas. Y quĆ© es la criptografĆa sino una de las expresiones mĆ”s bellas de las matemĆ”ticas.