Menos anglicismos y mƔs cultura
Hace mucho āpongamos que casi en 2000ā los amigos de Microsoft EspaƱa me enseƱaron lo que por entonces en Redmond entendĆan que iba a ser su escritorio del futuro. Y me quedĆ© espantado. Aquello era una suerte de potaje iconogrĆ”fico en el que se mezclaba sin pudor lo laboral y lo personal. Tonto de mĆ: ignoraba que la suerte estaba echada, y que semejante mezcolanza serĆa uno de los rasgos propios de la transformación digital, de la sociedad interconectada, en la que se iban a ir fundiendo en una suerte de amalgama dos mundos hasta entonces entendidos como separados por la mayorĆa de los mortales de generaciones criadas en paĆses desarrollados o en vĆas de desarrollo con amplias clases medias.
Las generaciones posteriores, a las que āen este tipo de paĆses antedichoā hemos ido idiotizando en general, empiezan a tener una concepción (si se puede llamar asĆ) de la privacidad, la seguridad, la identidad, la realidad y la fantasĆa, a caballo entre la falta de criterio propio, la carencia de necesidad de proyecto vital, el abuso de los telĆ©fonos inteligentes, las colonias de apps, TikTok, la filosofĆa streamer de pelotazo, el exhibicionismo, el egocentrismo inconsciente y⦠Menos mal que los listos confĆan en que, a la hora de sentar la cabeza y buscar curro, los de recursos humanos de las empresas contratantes tambiĆ©n tendrĆ”n āsubidasā en las redes sociales las mismas fotos y videos que ellos āhaciendo calvosā.

JosƩ de la PeƱa MuƱoz
Director
jpm@codasic.com
En fin, permĆtame lector esta digresión exagerada que he colado aquĆ (sĆ©, como usted, que hay jóvenes que utilizan el neocórtex, van fortaleciendo su sentido crĆtico y tienen alergia a la majaderĆa) para dejar en evidencia cuĆ”n ausentes estĆ”n millones y millones de personas (las que se van a ir enfrentando al futuro, entre otras) de las entretelas de esta bruma de IT-OT-IoT, entornos multinube, Neoconfianza Cero, onboarding, 5G, No-sĆ©-quĆ©-verso⦠¿QuĆ© pensarĆ”n de la (ciber)seguridad, de la (ciber)resiliencia, de la identidad en el medio digital, de la privacidad, del (ciber)delito?
Resulta obvio que muchĆsimos no habrĆ”n oĆdo estos tĆ©rminos. Sin embargo, entenderlos razonablemente es esencial para su vida. (Tampoco vamos a pedir peras al olmo, la verdad, porque hay sesudos analistas que no tienen ni idea de la cosa y, pese a ello, dibujan el presente y el futuro sin complejos).
Si tuviĆ©ramos hoy en EspaƱa una entidad pĆŗblica estatal relacionada con la ciberseguridad que no estuviera obsesionada Ćŗnicamente con el reparto de los fondos europeos y el uso al por mayor de anglicismos y otros barbarismos, una de las cosas que esperarĆa cabalmente de ella es que codiseƱara con las CC.AA. un ambicioso programa de cultura para explicar a la gente la razón de que estemos en la UE y en otras zonas del mundo estudiando una legislación para que los productos conectados salgan al mercado con especificaciones tasadas de ciberseguridad; para explicar para quĆ© servirĆ” el futuro Monedero de la UE y por quĆ©, por ahora, vamos al modelo de identidad digital europea al que vamos; para explicar si merece la pena defender nuestra privacidad ante la codiciosa idea de aquellos que, quizĆ” en un futuro, ofrezcan ārepartirā con nosotros los hipotĆ©ticos beneficios económicos de su explotación despuĆ©s de impuestos; para explicar por quĆ© hay que colaborar tambiĆ©n con las policĆas en el espacio digital...
Es comprensible que en esta amalgama gremial que conforman la ciberseguridad, la confianza digital y la lucha contra el ciberdelito, veamos las cosas con un sesgo especializado, experto, que nos impide brindar nuestro conocimiento en forma netamente cultural. Y esta es una asignatura pendiente.
Menos mal que por la parte de arriba en el mundo de la empresa, ya hay primeros ejecutivos que nos estĆ”n dando una lección de cómo transmitir y exponer los grandes retos de la ciberseguridad con sencillez. Es el caso, por ejemplo, de Antonio Huertas, presidente y CEO de Mapfre (quien, por cierto, tiene uno de los mejores equipos de expertos del mundo en la materia). Cultura, pura cultura. Y no solo economĆa.