Secure e-Solutions de GMV: SOBERANĆA DIGITAL
El concepto de soberanĆa digital necesitarĆa ante todo una definición. El tĆ©rmino āsoberanĆaā alude a la autoridad y la capacidad para operar y decidir de forma independiente. La cualificación ādigitalā apunta a que estas decisiones incumben a la creación, control y eliminación de la información susceptible de ser procesada en redes informĆ”ticas. El sujeto soberano puede ser un individuo, un grupo, una entidad económica o polĆtica, nacional o supranacional, e incluso un ente mĆ”s genĆ©rico como la sociedad en su conjunto. Sin un contexto apropiado, la noción de soberanĆa digital resulta bastante nebulosa.

Juan Jesús León
Director de Productos y Nuevos Desarrollos
Secure e-Solutions de GMV

JosƩ Carlos Baquero
Director División de Inteligencia Artificial y Big Data
Secure e-Solutions de GMV
Un primer anĆ”lisis del concepto deberĆa al menos incluir dos casos paradigmĆ”ticos: La soberanĆa digital del individuo en tanto que ciudadano con derechos garantizados por un estado de derecho, y la soberanĆa digital del propio estado. El primer caso apunta a la relación de poder entre ciudadano y poderes pĆŗblicos, mientras que el segundo alude a nuestras aspiraciones como sociedad y a la relación entre naciones soberanas en un mundo interconectado por las redes de información. Otras situaciones, que las habrĆ” complejĆsimas, podrĆan beneficiarse de un examen de estos dos casos.
Comenzamos por la soberanĆa del individuo. Hace siete aƱos un desconocido Christopher Allen utilizaba el tĆ©rmino āSelf Sovereign Identityā en su blog para referirse a la conveniencia de que el individuo controle su propia identidad digital. Este control incluirĆa la posibilidad de generar de manera autónoma identificadores reconocidos sin necesidad de, por ejemplo, crear una cuenta de correo con alguna macro-organización. TambiĆ©n incluirĆa la capacidad de controlar la información que otras entidades tengan disponible acerca del individuo. Este concepto ha ido tomando forma a tenor de los nuevos paradigmas de descentralización basados en āblockchainā aunque, como es sabido, el problema que se pretende resolver es mĆ”s un problema de gobierno que un problema tecnológico. Pero claro, si buscas financiación, necesitas un problema tecnológico. Las opciones realistas para mejorar el control del individuo sobre su realidad digital se ven aĆŗn lejanas, y en algunos casos como la reglamentación europea se plasman mĆ”s en un desiderĆ”tum que en la prĆ”ctica del dĆa a dĆa, hasta el punto que uno se conformarĆa con que, en el camino hacia la soberanĆa digital del individuo, avanzĆ”ramos en lugar de retroceder.
En cuanto a la soberanĆa digital de las naciones, como sucede con otras soberanĆas nacionales, se diluye en un mundo cada vez mĆ”s interconectado y supranacional. Apuntamos a tres realidades que requieren actuaciones decididas y que pueden ilustrar la complejidad del asunto. En primer lugar, el control sobre nuestro destino como nación en un escenario en el cual la capacidad de legislar en materia tecnológica siempre queda por detrĆ”s de las necesidades. Adaptar el código penal a los nuevos delitos en el ciberespacio, modernizar las administraciones pĆŗblicas, o dar seguridad jurĆdica a todo tipo de transacciones electrónicas son algunos desafĆos para los que nuestro paĆs se encuentra sub-dimensionado, por si no fuera suficiente reto la dificultad de entender a dónde queremos dirigirnos en estas materias. En segundo lugar la garantĆa a la que aspiramos, como sociedad, a una información veraz en un escenario donde el manejo informativo del ciberespacio se ejerce desde compaƱĆas extranjeras con intereses propios, que pueden ser legĆtimos pero no son los nuestros. Bien es verdad que el deseable equilibrio entre el control informativo y la desinformación plantea en estos Ćŗltimos tiempos un desafĆo a todas las sociedades modernas y no solo a la nuestra. En tercer lugar, la capacidad de nuestra nación para la autodefensa en los conflictos con otras naciones, llamĆ©moslo la āciberguerraā, aunque el escenario de batalla sea a la vez tan sofisticado y tan poco transparente que el tĆ©rmino guerra no resulta en realidad adecuado. AquĆ cabe apuntar que la definición de nuestra capacidad de respuesta en caso de conflicto no puede en tĆ©rminos realistas concebirse fuera del marco de las alianzas internacionales.
Se dirĆa que la soberanĆa digital es en realidad una caja de Pandora que hemos abierto hace ya un par de dĆ©cadas y que no va a cerrarse. Lo Ćŗnico que parece poco discutible es que las naciones que mejor estĆ”n enfrentando esta problemĆ”tica tienen en comĆŗn una inversión en I+D+i tecnológico muy superior a la nuestra. E incluso en esos casos, ni toda la inversión del mundo nos llevarĆ” a ningĆŗn lado sin un liderazgo que empiece por definir a dónde queremos dirigirnos.