Su seguro servidor... pĆŗblico

Escasos dĆ­as antes de enfrentarme a esta tribuna resonaban aĆŗn los lamentos gallegos por el ciberataque al enĆ©simo ayuntamiento –cómo no, vĆ­a ransomware–, por el cual los funcionarios de la entraƱable Cangas de Morrazo ā€“ā€˜lockbit’ mediante– asistieron atónitos al cifrado de toda su infraestructura –zamburiƱas de la lindante rĆ­a incluidas padeciendo el infortunio de no poder cobrar sus nóminas en tiempo estipulado, amĆ©n de ver paralizada su contabilidad y gestión tributaria. El incidente –descubierto curiosamente por la PolicĆ­a local– fue trasladado pertinentemente a la entidad ciberbombera por antonomasia, el CCN, organismo recipientario de la mayorĆ­a de los rotos y descosidos digitales por la todavĆ­a abundante falta de diligencia laboral digital de ciertos servidores pĆŗblicos que aĆŗn adolecen de la formación y concienciación necesarias.

Este hecho, ya lamentablemente usual, que conste que no concierne únicamente al persistente calvario sufrido por el ecosistema público, frÔgil y precario, todo hay que decirlo, sino que también lo sigue padeciendo el privado, el cual, aunque con menos apreturas, muestra recurrente endeblez. Tal que, por ejemplo, en las susodichas tierras de poniente, donde en esos días también emergió la noticia de que el operador gallego R (perteneciente a Euskaltel, a su vez perteneciente al Grupo MÔs Móvil) fue igualmente zarandeado.
Con todo, el tuétano de esta sección se centra esta vez, como bien recoge el título de la misma y por estar en la antesala de ello, en el colectivo de los servidores públicos, precisamente en una coyuntura singular porque sobre ellos, mayormente, estÔ presto a recaer un colosal desafío: el mandato semestral europeo por el que el foco internacional hacia España se tendrÔ a pleno rendimiento durante nada menos que 184 días, y en el que habrÔn de ventilarse y/o encarrilarse no pocos temas cruciales de toda índole: intraeuropeos y de mÔs allÔ, energético climÔticos, geoestratégicos, bélicos, eléctricos, fronterizos y, por supuesto, digitales.

Puestos a ello, en este Ćŗltimo Ć”mbito habrĆ”n de brillar los vinculados con regulaciones varias nĆ­tidamente cen- tradas en lo cibernĆ©tico: impulso a la ley de inteligencia artificial –¿cómo equilibrar la innovación y la protección de derechos?–, el conflicto de las telecos continentales vs. big tech gringas –justo en consulta pĆŗblica continental–, la ciberprotección 5G (Āæse deja en el aire el veto a las tecnologĆ­as orientales?), la zarandeada privacidad ante el festĆ­n de datos europeos de los gigantes californianos y chinos...

Para llegar hasta aquĆ­, y ya con foco neto en lo que nos concierne en ciberseguridad, queda augurar y desear un resultado halagüeƱo a las encomiendas que sobrevienen. Ante ello resulta inevitable –y de justicia– mentar todas esas iniciativas loables e hitos logrados en la materia, protagonizados aquĆ­ por solventes servidores pĆŗblicos que, con abnegación, sudor en ristre y manifiesta precariedad –en casi todos los casos–, han venido cuajando felizmente hitos como el remozado ENS, la efervescente Red de SOC, los primeros pasos de la colaboración pĆŗblico privada mediante el Foro Nacional de Ciberseguridad, el prometedor programa de colaboraciòn territorial Retech... y la irradiación del buen aroma de la ciberseguridad pĆŗblica espaƱola –de sĆ­ misma y de sus aliados empresariales– en tierras iberomamĆ©ricanas en pro de una malla cibersegura continental con el intercambio como enseƱa. Estas personas, muchas de ellas merecidas acreedoras de Premios SIC, han demostrado perseverancia, determinación y brillantes hojas de servicio.

Ahora, con la vista necesariamente puesta en acreditar una convincente presidencia española, cabe recordar el impoluto savoir faire dejado por nuestro país en tanto anfitrión de la exitosa cumbre de la OTAN de Madrid hoy hace un año, la cual transcurrió sin incidentes reseñables.

En la confianza de que los altos funcionarios espaƱoles prolonguen con contrastada pericia este objetivo en los frentes diplomĆ”ticos y cibernĆ©ticos, la revista incluye en este nĆŗmero un jugoso adelanto de las actividades mĆ”s reseƱables con derivada en la ciberprotección a cargo de los actores pĆŗblicos espaƱoles de referencia bajo ese sugestivo titular: ā€œCiberseguridad europea con sabor espaƱolā€.

Por cierto, tras la reciente convulsión que nos asola, en la que la polĆ­tica desbocada contamina el natural devenir de la función pĆŗblica, parece despejarse la posibilidad de que, ya libre de trabas y de palos en las ruedas, en Madrid, –centro neurĆ”lgico incuestionable de la ciberseguridad en nuestro paĆ­s– estĆ© al caer, al fin, su Agencia de Ciberseguridad. Por cierto, su homónima vasca, la Cyberzaintza verĆ” la luz tras el verano

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