Cisoencers, hackertubers y selfirƩxicos
Con pesar e inevitable resignación digiero que āpolarizaciónā fue en estos lares el vocablo estelar de 2023. Este lamento, apenas disimulado, lo veo mĆ”s apropiado al aplicarlo, esta vez con mejor tino, a las eternas fuerzas contrarias de nuestros escenarios ciber, siempre a la greƱa. Por contra, sĆ simpatizo mĆ”s al conocer que el tĆ©rmino triunfante del pasado aƱo en Galicia fue curiosamente el palabro ācibercocharroā, denominación gallega para epitetar a un ciberdelincuente, en atinado uso por la Amtega en su campaƱa de sensibilización.
A esta pareja de voces definitorias de un agitado aƱo como fue el anterior, siguen sumĆ”ndose mesnadas de barbarismos anglosajones, mucho mĆ”s espabilados para colonizar ātecnojerga medianteā, la lengua actual y anticipatorios de calamidades de nuevo cuƱo. En este empeƱo, adosar prefijos o sufijos ācoolā a tĆ©rminos comunes, es prĆ”ctica exitosa confiriĆ©ndoles perspectivas nuevas. ĀæEjemplos? ComiĆ©ncese con Ciber...

Luis G. FernƔndez
Editor
lfernandez@codasic.com
Al albur de esto, asistimos al desembarco de los ciberinfluyentes, que, en abultado cardumen, han descubierto en estos pastos cibernĆ©ticos nuevos caladeros para abrevar y parasitar, y, de paso, guarecerse un tiempo de las regulaciones gubernamentales que sobre ellos se ciernen, planeadas para meterles en cintura tributaria. Unos āusuarios de especial relevanciaā, a los que, seguramente āreal decreto medianteā, se les va a denominar āPrestadores del Servicio de Comunicación Audiovisualā y, subsiguientemente, a observar muy de cerca.
Pero claro, hasta a ellos incluso les puede llegar su San MartĆn. De hecho, ya ha comenzado a pasar. Atónitos, observan contrariados cómo sus fermosos envoltorios carnales son sustituidos por avatares digitales que, con su prĆstina factura, dan muy bien el pego.
Como resultado de este carajal mediĆ”ticodigital, ya atisbamos cómo conviven, en un sopicaldo Ć”crata de IAs y ciberencers, toda suerte de marionetas virtuales, infómatas, digisapiens y virtuoides, abriĆ©ndose paso en dura competencia con los voluntariosos behumans del emprendedor Rames y similares. Las redes sociales, ya claramente sobredopadas, sufren colapso y a sus nautas nos les resulta sencillo distinguir entre un avatar y un calamar. Eso sĆ, todo entre emulaciones muy resultonas.
En este caldo de cultivo, ya asoman algunos cisoencers āno muchos, afortunadamenteā que tambiĆ©n se dejan engatusar por cantos de cybersirenias y minutillos de gloria en cansinos paneles vacuos⦠con afĆ”n de visibilización incontenible. A ellos se suman tambiĆ©n hackertubers y crackertokers de insaciable frenesĆ congresual y mĆ”s pendientes de los likes que de las vulnerabilidades. Y, cómo no, inspiratrices de acusada selfirexia, que en vez de aportar propelente solvente para persuadir del āoficioā a desnortadas damas Stems, las disuaden de ello con actitudes paradójicamente rociadas con sesgo perfumado. AsĆ no se las gana para la causa.
La banalización y uso espurio de esta nuestra especialidad, ni es buena ni ayuda. Evocando un artĆculo aparecido en The New Stateman, en 2021, su fatĆdico vaticinio aun inquieta al verlo impreso y, sobre todo, en estos dĆas: āLos CISOs son extremadamente caros, Āæpor quĆ© no automatizarlos? Es mucho mĆ”s barato, seguro y eficiente dejar la toma de decisiones en manos de algoritmosā. Esta aseveración concuerda lamentablemente con el sufijo guiri de moda: less, que aplicado a la denominación genĆ©rica del responsable de ciberprotección, conforma el fatĆdico palabro CISOless.
También GPCISOs (Generative Pre-trained Chief Information Security Officers) es acrónimo efervescente y augura tecnozarandeos a la profesión. Cabe temer que en breve veremos sixpacks de Cisoides en los lineales de los supermercados, junto a los ordenadores cuÔnticos chinos a 8.000 euros unidad que ya se anuncian.
Frente a esta algarabĆa cibernĆ©tica, anacrónicamente vamos quedando algunos a quienes todavĆa nos sigue gustando que las neuronas alboroten nuestras azoteas y nos marquen rumbo, aunque sigamos topĆ”ndonos con encrucijadas y desconozcamos, en ocasiones, quĆ© cambios adoptar o quĆ© decisiones tomar. Y en esa tesitura nos viene a colación lo dicho por el filósofo y matemĆ”tico RenĆ© Descartes, autor de esa frase tan cruda y sapiente: āRazonar es dudarā.
Mucho me temo que las mÔquinas no dudan. Por lo que no cabe descartar que la carne de CISO sea sustituida por la de silicio. Y la clonación digital a mansalva propicie obedientes responsables de seguridad digital infalibles, infatigables, antiestresantes, baratos y always on. Y, claro, con deepfakeCisos a las puertas.
A las ciberamenazas, sobrecogedoras dirĆa, que nos sobrevienen ābaste leer el especial de esta edición de SIC sobre ellasā, no se las combate con postureo sino con erudición y saber hacer ejemplarizante; con formación, concienciación, puesta en comĆŗn, trabajo en equipo y comparticición real y recĆproca. Con las leccioneas aprendidas, hoy ya a montones, nuestro querido oficio, sabidurĆa y culo pelado, deberĆan bastar para lidiar con razonable soltura el emponzoƱado tsunami de amenazas que nos sobreviene.
Parafraseando a la gran diseƱadora francesa de la alta costura Coco Chanel ātraĆda a colación por āBalenciagaā, la estupenda serie hoy tan en candeleroā, si ācosieraā en nuestro Ć”mbito, tan innovadora y rupturista ella, seguramente dirĆa: āUna IA puede decir de todo menos vulgaridadesā. Gente del sector, aplĆquĆ©monos el cuento.
Como empecƩ termino: aludiendo a una palabra con pegada. Si el intelecto humano no lo remedia, a buen seguro el tƩrmino que postreramente triunfarƔ en este 2024 serƔ pifIA.