El impacto digital en la distancia a la quiebra

El espaciotiempo socioeconómico se aleja de la senda de crecimiento razonable y constante –perturbada por algĆŗn periodo de vacas flacas y pelotazos– en la que nos formamos muchas generaciones en activo de paĆ­ses desarrollados o muy entrados en vĆ­as de desarrollo. Esa senda es la base ideológica del concepto de progreso que bienintencionadamente hemos intentado transmitir a las generaciones posteriores. Pero no ha colado: las generaciones posteriores, en sucesivas oleadas, se estĆ”n percatando de que el mundo no parece ir por esos andurriales.

El proceso inflacionario de lo digital en casi cualquier actividad intelectual y fĆ­sica se retroalimenta, modificando los tiempos individuales y colectivos en los que acontecen la reflexión, la planificación, la ejecución, la prĆ”ctica de la prueba y el error… Por abreviar: ese desbocado-monstruodigital-que-anda-suelto estĆ” triturando la administración y la gestión de sociedades, las divisiones entre sectores, los gremios, las actividades, las funciones sociales...

Son estos tiempos paradójicos, en los que los veteranos no lo vemos claro, y empezamos a sospechar que quizÔ nuestra mayor cagada generacional haya sido ir dejando a los que vienen por detrÔs un caos en el que las incertidumbres y el carcomido bienestar de las sociedades opulentas no invitan a vislumbrar el futuro.

ā€œEstĆ” pesimista, De la PeƱaā€, dirĆ” usted, lector. No del todo. Y para demostrĆ”rselo, le daremos un giro a la cosa. Por primera vez en este mundo conquistado por la digitalización hay millones de nativos de la privacidad y de la ciberseguridad. Son generaciones que se estĆ”n criando en una suerte de papilla ciberfĆ­sica en la que flotan exposiciones y robos de datos personales, ciberataques, ilĆ­citos y delitos… Para estas personas, tales sucesos no van a ser ni nuevos ni excepcionales. (Esperemos que sĆ­ preocupantes).

Gestión de riesgos caduca

En ese futuro borroso, ¿cómo tomarÔ forma la gestión ultrarrÔpida de riesgos? ¿HabrÔ algoritmos que den fe de ciberataques, otros que los califiquen, otros que los notifiquen, otros que se den por notificados, otros que sancionen y multen? ¿Cómo se manifestarÔ la delincuencia en la escala de los femtosegundos? ¿En que se irÔ convirtiendo la intimidad de las personas? ¿Cómo y con qué conocimiento decidiremos paralizar o disparar procesos? ¿Tendremos tiempo de tener certezas o probabilidades de algo? Porque no parece que las IAs y las automatizaciones tengan techo.

No me niegue el lector que no se ha planteado estas y otras preguntas, y ha ensayado respuestas contrastÔndolas con su circunstancia presente, sea la de CEO, CIO, CSO, CISO, CFO, CTO... ¿Es usted de esos a los que, rodeados de herramientas, estÔndares, proveedores y jefes, les pone morir con las botas puestas, o de los otros?

Como decíamos, los que vienen no atisban el futuro, y los que ya estamos miramos con espanto y resignación el marasmo del corto plazo: DORA, NIS2, CER, CRA, IA ACT, CSA, eIDAS2, certificaciones de productos y servicios, cientos de certificaciones y capacitaciones de personas, crisis, sanciones, sueldos menguantes, responsabilidad civil creciente, continuidad de dividendos en entredicho...

Como decía, el desbocado-monstruo-digital-que-andasuelto estÔ triturando la base doctrinal de la administración y la gestión de sociedades mercantiles. Pero antes de que las dinamite, pasarÔ un tiempo en el que los consejos y los equipos de dirección van a tener que renovar su idea del riesgo en los negocios (y muy especialmente los de ciberseguridad) porque en casi todos se va a incrementar su contribución al gran indicador de cualquier mercantil: la distancia a la quiebra. O evoluciona el sistema de gestión de riesgos (aseguramiento incluido) o mejor olvidar el control.

Mientras tanto, una mayorĆ­a de profesionales de la ciberseguridad sigue en la brecha, aprendiendo, trabajando, mejorando, colaborando y enseƱando. Otros, sin embargo, se estĆ”n dejando llevar por esos cantos de sirenas trasnochadas que, inspirados en mantras mal copiados de escuelas de negocios ā€œsinfuā€, les hacen creerse lĆ­deres inspiracionales. Ā”Criaturas!

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