El baĆŗl de los futuros
A quienes como yo tuvieron papĆ”s musiqueros, guardamos el poso de no pocas mĆticas canciones de su Ć©poca, con tanta pegada que aun hoy son imperecederas. Ante esta tribuna hoy me viene a la mente todo un mĆtico himno de entonces cantado por la pizpireta Karina. Su tĆtulo tiene su miga: āEl baĆŗl de los recuerdosā.
Al rememorar su letra mi digitalidad se vuelve decididamente nostĆ”lgica... y, claro, tambiĆ©n asociativa e imaginativa. Su estrofa inicial decĆa asĆ:
āQuĆ© poco significan las palabras, uh uh
si cuando sopla el viento se las lleva tras Ʃl
Y quedan solamente los recuerdos, uh uh
promesas que volaron y no pueden volver...ā
SĆ, convendrĆ”n conmigo que era una canción cursi, pero lo que entre lĆneas decĆa, pertinentemente traĆdo a colación hoy, es vigente y letal aplicado a la abundante quincallerĆa tecnológica errada, periódicamente arrojada a un imaginario baĆŗl de los futuros, malogrados no pocos de ellos por alumbramiento prematuros cuando no por perfomances fake digitales presuntamente asombrosas devenidas en tentadores cibercrecepelos aireadas por los espabilados de turno.

Luis G. FernƔndez
Editor
lfernandez@codasic.com
Por eso, no es difĆcil imaginar una tĆ©trica A Santa CiberCompaƱa en lĆ”nguida procesión rumbo a la Ermita del Destino Ćltimo, en cuyos cenotafios āsolemnes rituales medianteā, las Ć”nimas de los nascitecniturus son arrojadas de forma periódica, en donde purgarĆ”n ad eternum por su temeraria ambición de querer triunfar en el tecnouniverso con pirotecnia defectuosa.
Si echĆ”ramos una fugaz ojeada a su interior nos toparĆamos con un batiburrillo de difuntos tecnoartefactos fallidos: desde aquel prometedor videograbador Betamax a la prematura tarjeta electrónica de la FNMT āaka Āæpita o no pita la kryptonita?ā; desde el ortopĆ©dico DNIe hasta las pecaĆs extraviadas; desde el metapoliverso al blufchain; desde las guguel glases al guorldcoin. Y asĆ todo.
En esta aceleradĆsima sociedad digital, la ciberprotección tampoco se libra de una obsolescencia āĀæprogramada?ā abultada y, quizĆ”, artificialmente apresurada. De esta guisa, el trastero del devenir amontona igualmente versiones adolescentes de claud, casbi, uteemes, dip y machĆn lernin, sashe, edeerres, gualets...
TambiĆ©n en el arcón asoma un revoltijo de hackers truferos dejados de la mano de devs, extenuados ante las talentosas e hiperhormonadas IAs, capaces de suplantarles sin desfallecer en no pocos cometidos polĆcromos. Sus exitosas ciberartimaƱas laterales y a precio de saldo tambiĆ©n propician tsunamis delicuenciales que, de manera discontinuamente fija, inundan esta ya repleta arca de la desconfianza.
No podĆa faltar en este repaso visual a las entraƱas bauleras el identificar, en lo mĆ”s recóndito de su variopinto contenido, a desterrados especĆmenes humanos etiquetados como responsables de ciberseguridad, arrinconados por la eclosión de efervescentes clones denominados CISOs junior, imberbes y de mercadillo, tan tiernos y baratos ellos que estĆ”n arrasando en las listas de demanda de RRHH ante la inconsciente pasividad de algunos concernidos.
No queda otra que permanecer ojo avizor ante este interminable ritual de soterramiento digital, prestando mucha atención a esa IA tan despendolada y reacia a dejarse embridar. Capaz de embelesar orgĆ”smicamente a los tecnorĆ©xicos, y de proseguir con ese empeƱo de anular las prestaciones humanas. Lo decĆa con tino el filósofo Daniel Dennett: āEl peligro no es que existan mĆ”quinas mĆ”s inteligentes que nosotros, sino que nosotros cedamos nuestra autoridad a mĆ”quinas estĆŗpidas e irresponsablesā. Resulta pertinente esta aseveración, mĆ”xime cuando se acaba de constatar que las inteligencias artificiosas āmoelnasā ya muestran alguna capacidad intrĆnsecamente humana: por ejemplo, la de engaƱar. Sin despeinarse y refanfinflĆ”ndosela.
Solo el ser humano es lo suficientemente imbĆ©cil como para, cegado por el deslumbrón de estas tecnologĆas, arrojar su inteligencia a la cuneta evolutiva. Ante este sombrĆo vaticinio, quizĆ” proceda acabar otorgando vida musical a una imaginaria estrofa cuĆ”ntica parasitadora de la cĆ©lebre tonada sesentera con la que comencĆ© esta tribuna:
āBuscando en el baĆŗl de los futuros, uh uh
Cualquier tiempo pasado nos parece peor
Volver la vista atrƔs es malo a veces, uh uh
Mirar hacia delante es vivir sin temor
Los recuerdos son el pasado
Mejor inventarse un tecnoporvenir
prometedor, uh uh.ā