Corsarios digitales: llega una nueva era al ciberespacio
Les voy a contar āuna de piratasā. En el siglo XVII, las patentes de corso revolucionaron la estrategia marĆtima en un mundo dominado por los ocĆ©anos. Estos documentos, otorgados por gobiernos, habilitaban a civiles para atacar barcos enemigos con fines lucrativos, bajo el paraguas de la legitimidad nacional. Ahora, en pleno siglo XXI, la historia podrĆa repetir su curso, pero con un nuevo escenario: el ciberespacio.
Desde que regresara a la presidencia Donald Trump lo cibernĆ©tico ha protagonizado todo tipo de debates. Llama la atención la reciente sugerencia de Eric Swalwell, la principal voz demócrata, en materia de ciberseguridad, del ComitĆ© de Seguridad Nacional, de la CĆ”mara de Representantes, de conceder algo similar a āpatentes de corso digitalesā ātambiĆ©n llamadas ācartas de contramarcaāā a empresas privadas. Una idea que ha ganado cierta tracción en cĆrculos polĆticos y de ciberprotección.
En esencia, estas licencias permitirĆan a empresas privadas liderar operaciones ofensivas en el ciberespacio. La propuesta, aunque audaz, tiene implicaciones tĆ©cnicas, Ć©ticas y legales que merecen anĆ”lisis. Eso sĆ, podrĆa incluso ser legal por cuanto las ācartas de marca y represaliaā son una herramienta que estĆ” amparada por la Constitución de EE.UU. en su ArtĆculo I, Sección 8.

JosƩ Manuel Vera
Redactor
Revista SIC
El Ć”mbito de la ciberseguridad enfrenta desafĆos titĆ”nicos. Grupos como Volt Typhoon, vinculados a China, han comprometido sistemas crĆticos de Estados Unidos, incluyendo infraestructuras de agua y electricidad. El exdirector del FBI Christopher Wray, admitió en 2024 que, si el gobierno federal se dedicara exclusivamente a contrarrestar estas amenazas, agotarĆa casi por completo sus recursos humanos en ciberseguridad.
La falta de recursos suficientes para proteger todas las empresas estadounidenses convierte las patentes de corso digitales en una propuesta atractiva para algunos con el fin de delegar operaciones ofensivas.
Si bien la idea de corsarios digitales abre un abanico de posibilidades, tambiĆ©n plantea riesgos. ĀæQuĆ© sucederĆa si las empresas con āpatente de corsoā para realizar ataques se convirtieran en objetivos de represalias? ĀæCuĆ”l serĆa el impacto de estos ataques en el equilibrio diplomĆ”tico global? La historia nos ofrece una visión prĆ”ctica. Durante la Guerra de Independencia de EE.UU. y la Guerra de 1812, los corsarios jugaron un papel clave atacando barcos britĆ”nicos. Sin embargo, estas acciones tambiĆ©n desencadenaron tensiones internacionales y debates Ć©ticos sobre su legitimidad.
En el Ć”mbito digital, el riesgo de una escalada sin precedentes es real. Las operaciones ofensivas podrĆan provocar venganzas que afecten tanto al sector pĆŗblico como al privado. Por ello, cualquier implementación requerirĆa una regulación meticulosa, que minimice las consecuencias imprevistas. De cualquier forma, algunos consideran que āseguir como siempre no es suficiente, y hemos mantenido una postura reactiva ante las ciberamenazas y los riesgos durante demasiado tiempoā, explicó en la Conferencia RSA, Frank Cilluffo, exfuncionario de Seguridad Nacional de George W. Bush, segĆŗn publicó el periodista David DiMolfetta en Nextgov.
¿Un paso hacia el caos o hacia la protección?
Lo que estĆ” claro es que el posible regreso de las patentes de corso, esta vez en el ciberespacio, simbolizarĆa un cambio de paradigma en la estrategia de defensa. La propuesta no solo es tĆ©cnica, sino tambiĆ©n polĆtica, con implicaciones que van mĆ”s allĆ” del Ć”mbito de la ciberseguridad. ĀæHay que tomarse en serio la instauración del ācorso digitalā? Como se ve, el ciberespacio sigue siendo ese ocĆ©ano de conflictos, donde cada movimiento estratĆ©gico puede cambiar el rumbo de la historia.